Es una historia de superación, ambición y, sobre todo, amor por el tenis. Sacudido por un inmeso historial de lesiones, Janko Tipsarevic pisó el Top 100 del Emirates Ranking ATP por última vez el 27 de abril de 2014. Tres temporadas después de silencio, sacrificio, trabajo y la firme convicción de que podía volver a cruzar la meta, el serbio se encuentra a las puertas, en el No. 105 del mundo, después de encadenar dos victorias en los ATP Challenger Tour de Bangkok en este mes de enero. Ahora mira a la gira sudamericana para recuperar una etiqueta que los dolores le arrebataron tres años atrás.
Alcanzar su primer objetivo a corto plazo pasa por desempeñar un buen papel en el Ecuador Open de Quito, el Argentina Open de Buenos Aires, el Rio Open presented by Claro y el Brasil Open de Sao Paulo. Todos torneos sobre tierra batida que marcarán este mes de febrero para el de Belgrado, que además de trabajar a las órdenes de Dirk Hordorff como coach, cuenta en su equipo con el fisioterapeuta José Félix González.
“Janko es muy claro. Mientras lo trato, me ha transmitido muchas veces que lleva dos años de hospitales y camillas, y que ahora ha llegado el momento de aprovechar el tiempo. No puede ver la vida pasar y no hacer nada. Es ambicioso, tiene ganas y hambre para volver al Top 10”, revela su preparador español, aunque reconoce que el primer paso lo determinará esta gira sudamericana, donde buscan regresar entre los cien mejores del mundo.
Tipsarevic tocó fondo el 6 de octubre de 2014. Aquel día el Emirates Ranking ATP lo desterró hasta el Top 1.027 del mundo. Las molestias en el pie que no cesaban le obligaron a perderse el Abierto de Australia aquella misma temporada y las revisiones médicas determinaron el desastre. No era una lesión cualquiera. No se trataba de una incómoda y caprichosa fascitis plantar. Había degenerado en fibromatosis (tumores benignos).
A partir de entonces se inició un calvario de problemas. Un vía crucis para escapar del dolor y del quirófano sin éxito. Después de extraer aquel tumor, se regeneró y tuvo que volver a ser intervenido. Tipsarevic rearmó filas para fortalecer su cabeza cuando más la necesitaba. Por si fuera poco, a los problemas en la planta del pie se unieron otros dolores en el tendón rotuliano, que exigieron otra operación más. Lejos de destruirlo, el balcánico regresa más fuerte que nunca y por su mente sólo pasa retornar a la élite del ATP World Tour.
José Felix se incorporó al equipo del serbio cuando ocupaba el No. 528 del mundo en abril de 2016. “Tenemos una rutina idéntica todos los días. Nos levantamos, desayunamos, movilización, se aplica el tratamiento que creamos oportuno, calentamiento, entrenamiento y si es día de partido, a jugar. Luego recuperación, estiramiento y trabajo de prevención. Así es el día a día con Janko”, revela su fisioterapeuta.
“El cambio principal que ha aplicado Tipsarevic en su carrera es trabajar la prevención de lesiones por encima de tanta preparación física. Tanto sus rodillas, tobillos, cadera… El principal foco está en el masaje, la recuperación y el descanso”, continúa con su explicación las manos que atienden al serbio y con el que comparte una gran cantidad de horas fuera de la pista viendo series de televisión como Narcos o Entourage (El Séquito).
González aún recuerda las dificultades que ha vivido junto a Tipsarevic hasta presentarse a sólo cinco plazas del Top 100: “Empezó con mucha calma en el Challenger de Ostrava. Yo estaba confiado de que ganaría el torneo [perdió en segunda ronda con Marek Michalicka], pero no fue así. Estaba fuera de forma aún. Eran unas condiciones difíciles”. Además, en los Grand Slam, haciendo uso del Ranking Protegido tampoco tuvo suerte en los sorteos. En Roland Garros, Milos Raonic; en Wimbledon, Gilles Simon. Fueron rondas muy complicadas que no le permitieron avanzar”.
Pero el jugador nacido en Belgrado hace 32 años sólo piensa en volver y es un deseo que no oculta a sus más allegados. “Tiene unas ganas locas por regresar al ATP World Tour y ser Top 10 de nuevo. Aunque su nivel aún está lejos, cree que puede volver a estar ahí. Estoy seguro de que una vez que dé el paso volverá a creer en sí mismo”, advierte el fisio. “Sólo piensa: ‘Voy a intentar superarme, voy a tratar de hacer esto porque sé que dentro de poco no podré’. Tiene mucho afán de superación”. Su próximo objetivo está marcado: Quito.
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