lunes, 10 de julio de 2017

Marin Cilic y Tomas Berdych avanzan firmes a cuartos de Wimbledon

El cuadro individual masculino de Wimbledon 2017 perdió su penúltima ficha este viernes después de que Roberto Bautista no pudiera hacer frente a las continuas embestidas de Marin Cilic en los octavos de final (6-2, 6-2, 6-2). El español pagó la factura del partido anterior y de la presión de la ronda, pero sobre todo pagó muy caro la gran versión de su rival, la de un hombre que sobre hierba vuela alto y que pondrá los pies un año más entre los ochos mejores. Se marcha Bautista con otro resultado positivo pero incompleto, con la espinita de seguir buscando esos primeros cuartos de final en Grand Slam que, de momento, sigue representan el gran hándicap del tenista de Castellón.



Era el rival, era el partido y era el torneo marcado a fuego para saltar por fin la barrera de los octavos de final en un Grand Slam. Roberto Bautista llegaba por novena vez hasta su límite tenístico y allí, como no podía ser de otra forma, le esperaba uno de los hombres más peligrosos del momento. Es lo que tiene, aquí ya es imposible bailar con las más guapas. Podía haber sido mejor, sí (Paire, Anderson, Muller), pero también podía haber sido mucho peor (Federer, Raonic o el mismo Rafa). El caso es que el de Castellón ya no quería repetir lo sucedido en las ocho películas anteriores, donde nunca encontró el camino hacia la victoria. “Si juego bien tendré mis posibilidades, Cilic no es una misión imposible”. Otra cosa era que su rival se lo permitiese.

Saque, dinámica y experiencia. Fueron tres armas que este lunes aparecieron en la pista 12 del All England Club y todas se aliaron a favor del mismo hombre. Marin Cilic, todavía sin perder un set en el torneo, arrancaba con muchísima energía y agresividad su cuarto examen de la edición. Por el camino habían caído nombres como Kohlschreiber, Mayer o Johnson, gente que sobre hierba yo no querría ni ver en pintura, pero ninguno pudo siquiera hacer temblar durante un par de juegos al de Medjugorge. Hoy Bautista se mostró competitivo, pero solo hasta cierto punto. El primer set representó el peaje a pagar tras una victoria enorme ante Nishikori, de esas que te dan tanta moral como vitalidad te restan. El cansancio físico y mental hizo mella desde el comienzo, motivo por el cual el primer plato del menú fue un 6-2 para el balcánico.

No muy diferente fue la segunda manga, con un inicio parejo e inmediatamente la ruptura a favor del jugador croata. El desenlace iba a ser el mismo, con doble break para un Cilic que se crecía y se crecía a cada minuto que pasaba. Eran dos grandes jugadores sobre hierba pero hoy se demostró que solamente uno se le puede considerar especialista. Con su servicio, su derecha plana y angulada, más su juego en la red, Marin provocó que el mismo Goran Ivanisevic, estuviera donde estuviera, dibujara una sonrisa orgulloso de su ex pupilo pero todavía buen amigo en el circuito. Aquello estaba visto para sentencia, solo faltaba rematar la faena.

Un final de torneo triste para un Roberto que había sacado sus mejores sensaciones a lo largo de toda la primera semana. Quizá si no hubiera sido Cilic, quizá si no hubiera sido en hierba, o quizá si el castellonense hubiera saltado hoy a pista con algo más de solidez y fe (a esperas de que nos confirme si sufrió algún tipo de molestia física). Hay muchos factores que podrían haber cambiado los créditos de esta película, pero ninguno podía ya girarse, el destino de cada uno estaba ya escrito. Los cuartos de final esperan que algún día Bautista les salude de cerca. Mientras tanto, Marin los pisa en Wimbledon por cuarto año consecutivo y ya aguarda por Nadal o Muller.

En otro duelo de octavos el checo Tomas Berdych sigue en buen nivel y acabó con las aspiraciones del austriaco Dominic Thiem a quiens e impuso en un disputadísimo duelo de  cinco sets con parciales 6-3 6-7(1) 6-3 3-6 6-3 en 2 horas y 53 minutos de juego.

Con información de Punto de Break
 

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