jueves, 26 de enero de 2017

Dimitrov y una oportunidad más de quitarse la etiqueta de "Eterna Promesa"

Fue en Wimbledon, su torneo favorito, donde se estrenó en una semifinal de un Grand Slam ante Djokovic, dos días después de fulminar a Andy Murray. Entonces, el serbio habló de él como "una estrella del futuro", con 23 años. ¡Vaya halago! El mote de 'baby Federer' ya acompañaba sus crónicas, comparado con el suizo por su juego elegante y un revés admirable. ¡Qué presión! De pronto, comenzaba una nueva semana como número ocho del mundo. ¡Más presión! Y Grigor Dimitrov se hundió con ella. Incapaz de sacar lo mejor de sí mismo, rozó el puesto 40 del ránking mundial en 2015. Y en 2016 todos se pararon a observarle, no por su juego, sino por romper tres raquetas en la final de Estambul, lo que le costó una penalización y el punto de la victoria a su rival. Ya con 25 años y de nuevo al borde del top 10, la eterna promesa busca ante Rafa Nadal un hueco en la final, y sacudirse un peso que lleva desde sus inicios.



La sorprendente eliminación de Novak Djokovic en segunda ronda del Open de Australia era el resquicio en la parte baja del cuadro por el que Dimitrov podía deslizarse. Y vaya si lo ha aprovechado... Batiendo a extraños aspirantes al éxito como Denis Istomin, pero también a dos cabezas de serie como Richard Gasquet y David Goffin, este último la llave para acceder a su primera semifinal desde 2014. Pegador, descarado, ofensivo y buen sacador, quien fuera número uno del mundo en categoría junior parece en su mejor momento. Criado deportivamente en la academia Sánchez-Casal de Barcelona, como Andy Murray, su actual técnico es el venezolano Daniel Vallverdú, que también tuvo a sus órdenes al británico, a Tomas Berdych o a Juan Martín del Potro.

"Las cosas pequeñas son importantes para mí a la hora de entrar a la pista. Creo que estoy concentrado, mi mentalidad es buena", comentó tras vencer al belga con un juego espectacular. Es su cabeza la que siempre parece ir por detrás de su tenis, algo que este año aún no se ha notado. Campeón en el primer torneo de la temporada, el ATP 250 de Brisbane, allí ha ganado hace apenas dos semanas a tres top 10 consecutivos -Thiem, Raonic y Nishikori en la final- y ahora sigue imbatido e iguala su mejor racha, 10 victorias seguidas. Todos los grandes saben lo que es hincar la rodilla ante el búlgaro, Nadal, Djokovic, Murray, Wawrinka... menos uno. Y es precisamente su ídolo y 'culpable' de algunos de sus males, Roger Federer.

Sharapova, su distracción

Estrella en un país poco dado a grandes ases detrás de la red, su relación con Maria Sharapova entre 2013 y 2016 no ayudó a centrar una carrera deportiva que prometía tocar el cielo. Preguntado en Melbourne por "distracciones" que hubieran podido frenar su progreso sobre la pista, negó la mayor. "Nada me distrae por ahora, pero creo que sé por lo que me preguntas", respondió el de Haskovo, también en el objetivo de las cámaras cuando suelta la raqueta. Ahora, el reto es mayúsculo ante Nadal. El 7-1 en enfrentamientos individuales es contundente, pero su única victoria es justamente la más reciente, en cuartos de Pekín el pasado octubre, días antes de que el mallorquín pusiera fin a la temporada para recuperarse física y mentalmente.

En ambos aspectos parece ahora centrado Dimitrov, que incluso después de aquel día en Estambul, cuando explotó hasta desquiciarse, logró sacar una lección positiva como reconoció a L'Equipe. "Pasé una de las mejores noches de mi vida, cuando me fui a la habitación me dormí al instante".

ALBERTO LAMBEA

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