Rompió la maldición. Siete finales consecutivas perdidas pero a la octava, Kevin Anderson puso fin a la mala racha. El sudafricano, segundo cabeza de serie, se proclamó campeón del Winston-Salem Open después de superar a Pierre-Hugues Herbert en un choque que se estiró por hora y 32 minutos, terminando 6-4 y 7-5 en el marcador.
"Es una gran sensación. Venía muy nervioso a este partido después de varias finales perdidas, así que estoy muy satisfecho con este resultado", explicaba el campeón en la ceremonia de premios.
El número 15 del Emirates ATP Rankings llevaba tres temporadas logrando buenos resultados, alcanzando sendas finales. Pero al llegar a la última ronda, sus rivales le negaban una y otra vez el título. Desde que se coronara en Delray Beach en 2012, contó las finales por derrotas. Hasta hoy, cuando ha logrado su tercer título ATP World Tour.
Delante tenía a la revelación del torneo. Herbert, de 24 años y clasificado como el 140 del mundo, consiguió en Winston Salem alcanzar sus primeros cuartos de final individuales. Luego las semifinales. Y por supuesto la final. Buscaba ser el primer jugador en este milenio capaz de llevarse el título tras disputar nueve partidos. Y aunque no pudo ser, se llevó los elogios de su oponente.
"No muchos pueden encadenar ocho partidos con victoria en estas condiciones tan cálidas. Debes estar muy orgulloso de esta gran semana que has firmado. Sin duda, un sensacional resultado", dijo el sudafricano dirigiéndose al galo.
Anderson no quiso desaprovechar la oportunidad que brinda la experiencia y controló el choque desde el primer punto. Cerró la primera manga sin conceder una sola bola de break, conectando 10 saques directos y ganando 20 de los 24 puntos disputados al servicio.
Y es que Anderson llegaba a la final con estadísticas que reforzaron su confianza. Amarrando 44 de sus 45 juegos al servicio, el de Johannesburgo había salvado 13 de los 14 puntos de quiebre enfrentados en todas las rondas disputadas hasta el momento.
En la segunda manga, Herbert encontró las primeras opciones para romper el poderoso saque de su rival. Sin embargo, Anderson resistió a los embistes, salvando 4 bolas de break. Superando los momentos de presión, el segundo favorito del torneo, mantuvo la compostura y esperó al momento oportuno para sentenciar el choque. En el undécimo juego, justo cuando el francés debía asegurar como mínimo la muerte súbita, un par de errores no forzados le condenaron y vio escapar su primera corona ATP.
No pudo ser en Memphis (p. ante Kei Nishikori) ni tampoco en Queen’s (p. ante Andy Murray). Perseveró Anderson y encontró el camino. A la tercera ocasión en la que disputó la final este 2015, fue la vencida.
ATP
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