Un problema en la raíz de la virtud. La retirada de Rafael Nadal en pleno Roland Garros supuso un shock ante la mirada de todos, expectantes ante la opción de que el mallorquín recuperara para sí una corona que hizo suya sin apenas error durante la última década. El español, el jugador más laureado de la historia sobre tierra batida, nueve veces ganador sobre la arcilla de París, se encontró de bruces con una dolencia en una vaina de su muñeca izquierda una grieta en el núcleo ejecutor de su juego. Un problema que le obliga a frenarse tras haber recuperado la velocidad, con una gira de polvo de ladrillo (títulos en Barcelona, Montecarlo) para ganar enteros en el circuito.
Así, y ante la marcha de Rafael del torneo que hizo suyo, se hacen necesarias las reflexiones de Ángel Ruiz-Cotorro, médico de la Real Federación Española de Tenis y hombre de confianza de Nadal. El hombre encargado de evaluar el estado físico del balear y consejero a la hora de tomar una de las decisiones más dura en su carrera. Una mirada para evaluar la retirada del campeón de 14 grandes en la plaza donde ha forjado su leyenda. El balear, que anunció en una rueda de prensa inesperada su decisión con gesto serio y la muñeca inmovilizada por una férula, se coloca ya en manos del especialista para curar la articulación y regresar al circuito.
El golpe es un atenuante en su arma más poderosa, el área clave para dar forma a su característico golpe de derecha, ese tiro envenenado que ha marcado una época durante la última década en el circuito. “Es el único golpe que no puede realizar”, constata Cotorro en el micrófono de Eurosport España. “Es una zona muy específica, que trabaja de una manera muy específica. Ocurre en el golpe de derecha en la mano dominante o en el revés en la otra mano. Él puede sacar, puede jugar de revés,… Puede hacer absolutamente todo, pero si no puede jugar de derecha, y más en su caso, en él es más complicado”.
“Empezó a tener problemas en su muñeca izquierda”, indica el galeno, que recibió la primera alarma después de que Rafael se enfrentará al portugués Joao Sousa en los cuartos de final de Madrid. Una dolencia que remitió durante el torneo de Roma pero que, como reconoció el propio jugador en París, requirió de infiltraciones para infiltrar la zona y abordar las primeras rampas de Roland Garros. Así, y ante la recomendación médica de evitar dormir la articulación durante cinco partidos adicionales en París, la cautela fue el camino tomado. “Tiene una afectación de una vaina de un tendón. Es una vaina que está comenzando a fallar y a crear molestias. Siguiendo ese diagnóstico, hemos decidido que en la situación que estábamos y en la ronda que estaba lo más sensato era detenerse”, explica Cotorro sobre su paciente, que jamás se había retirado en mitad de un Grand Slam (había disputado 44 en su carrera). “Seguir compitiendo entrañaba el riesgo de llegar a romper la vaina y en ese caso complicar mucho más la lesión”.
Proceso de recuperación incierto
“El mejor tratamiento es el reposo y la inmovilización”, señala Cotorro sobre el balear, al que la recomendación médica le indica no volver a golpear la derecha, el punto cumbre de su juego, hasta que la regeneración sea completa. Como pedirle a un ciclista que suba un puerto sin pedalear, todo un parón en el corazón de la temporada. “Hay que dar esa zona tranquila para que cicatrice, que vaya respondiendo y regenerando. Era una vaina que estaba justa para toda la exigencia que requiere una competición de este tipo”, reconoce. “Ahora tenemos que estar pendientes de ver cómo evolucionan los tratamientos que vayamos a hacer, ver en qué situación estamos y volver a jugar cuando estemos completamente seguros de que la recuperación es total. Es una zona a la que hay que tener mucho respeto”, señala el especialista, anteponiendo la cautela a cualquier tipo de riesgo para un jugador que lleva 14 temporadas castigando el cuerpo en el circuito y que cumplirá los 30 años este miércoles.
“No hay un período de baja estimado. Debemos ver qué sensaciones tiene. No me gustaría en ningún momento poner en un plazo pero sí acelerarlo lo más que podamos. Siempre respetando la biología que creo que es lo más importante”, asegura Cotorro, poniendo en el horizonte el deseo de llegar a tiempo a las dos grandes citas del verano: la hierba de Wimbledon (desde el 27 de junio, en apenas cuatro semanas) y los Juegos Olímpicos (a partir del 4 de agosto). “Son las metas que nos hemos planteado. Pero ante todo, debemos cerciorarnos de que llega bien, en condición de estar seguro y que la lesión está resuelta”.
Alvaro Rama
On Court
Diario El Confidencial