El ecosistema Nadal se rige por un equilibrio metódico y estudiado, en donde los diferentes elementos tienen unos roles muy definidos. El engranaje societario es casi perfecto. El tenista, Rafael, articula desde sus primeros éxitos un conglomerado familiar y profesional en el que apenas se advierten fisuras. Los diferentes estamentos conviven en un sistema lineal y aparentemente armonioso. Sin embargo, uno de los actores interviene bajo unos códigos propios, como un agente independiente, y de vez en cuando se altera el mensaje unitario. “Es que Toni es Toni”, recuerdan en el entorno del deportista.
Ayer, solo dos semanas después de que Nadal alcanzase la final del Abierto de Australia y arrancase la temporada como un tiro, su técnico se desmarcó con un anuncio que pilló a paso cambiado al resto del equipo. El preparador aseguró que esta será la última temporada que dirija al ganador de 14 grandes y que a partir de 2018 concentrará sus esfuerzos en instruir a promesas en el centro que inauguró el tenista hace cinco meses en Manacor. “Ya que no voy a seguir al lado de Rafael en el circuito, me concentraré exclusivamente en nuestra Academia. Quiero cuidar de la formación de jóvenes talentos, el momento más delicado en el crecimiento de un atleta”, afirmó Toni al medio Il Tennis Italiano.
La noticia sorprendió al núcleo entero de los Nadal, que hasta ayer no tenían constancia de la voluntad del preparador. Ni siquiera el tenista, de 30 años. Como ya ha ocurrido en otras ocasiones, el entrenador (55) se salió del guion y confirmó el final de uno de uno de los vínculos más fructíferos de la historia del tenis. Toni ya no recorrerá el mundo con Nadal. Una decisión que, a la espera de que el técnico ofrezca más detalles, responde esencialmente a la pérdida de peso específico en la toma de decisiones. Entiende Toni que su papel es cada vez más accesorio y que probablemente su sobrino deba abrir una nueva etapa profesional.
“Hasta los 17 años decidía todo yo mismo. Entonces llegó Carlos Costa como agente y también se acercó el padre [Sebastián], cada uno con sus opiniones. La verdad es que cada año decido cada vez menos, así que llegaremos al punto en que ya no decida nada. He viajado con Rafael durante muchos años. Ahora quiero volver a hacerme cargo de la educación de los jóvenes y nuestra Academia es el lugar perfecto”, expresó Toni en la entrevista, enmarcada en Budapest, durante un foro de la Asociación Mundial de los Entrenadores de Tenis Profesional (GPTCA, las siglas en inglés).
De entrenador a asesor
El entrenador asegura que la relación con su sobrino es óptima —“ha sido siempre muy buena, en todos estos años nunca hemos experimentado períodos de crisis”—, pero lo cierto es que la fricción entre uno y otro ha ido en aumento conforme Nadal ha ido haciéndose mayor. Lejos queda ya el niño que acataba y no se impacientaba, porque con el paso de los años apareció la réplica y el entrenador pasó a convertirse más bien en un asesor. “Es lógico. ¿Pero cómo voy a enseñarle yo a Rafael a pegarle a la bola mejor? A estas alturas mi aportación es distinta, mi papel es otro. Puedo guiarle y ayudarle, pero a un jugador como él no puedo darle lecciones ni decirle qué debe hacer”, explicaba Toni en alguna ocasión.
Actualmente, el preparador balear compagina la dirección con Francis Roig y Carlos Moyá, integrante del equipo de Nadal desde el pasado mes de diciembre. El primero (48 años) ha ganado ascendencia en los dos últimos años y el segundo (40), amigo y referente del mallorquín desde su adolescencia, ya estuvo presente en el box de Melbourne y aconsejándole durante los entrenamientos. De hecho, fue el propio Toni quien le telefoneó y le propuso que se incorporase al cuadro técnico del número seis del mundo, cuyo regreso a las pistas está previsto para el 27 de febrero, en el torneo de Acapulco.
Después de toda una vida de la mano, el próximo año Rafa y Toni disociarán sus proyectos. Salvo paso atrás o matización (“Toni es Toni”, ya se sabe), será el final de un largo vuelo juntos.
El Pais
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