Once meses después de superar a Timea Bacsinszky y entrar en sus primeras semifinales de Wimbledon, Garbiñe Muguruza ingresó entre las cuatro mejores de Roland Garros. La hispanovenezolana, de 22 años, aprovechó su tercer paso por los cuartos en París para situarse donde se la venía esperando; este año, sin duda, más que en ninguno de los anteriores. Su rival será, mañana, la australiana Samantha Stosur, 21ª del mundo, finalista en 2010, y campeona del Abierto de Estados Unidos una temporada más tarde.
El triunfo ante Shelby Rogers por 7-5 y 6-3, en una hora y 18 minutos, proyecta a la jugadora nacida en Caracas en el torneo que marca su punto de mayor estabilidad. Siendo como es una jugadora joven, con mucho por pulir, es en la tierra parisina donde muestra su perfil más fiable, con resultado acorde a su enorme potencial.
Transcurridos 16 años desde que Conchita Martínez superase a Arantxa Sánchez Vicario antes de perder la final contra Mary Pierce, España vuelve a contar con una semifinalista en el cuadro femenino. No sólo eso. El papel de Muguruza adquiere más relevancia si cabe al convertirse en la única superviviente de nuestro país en el torneo, después de que ayer se despidieran los cuatro últimos jugadores que quedaban en el cuadro masculino y su amiga Carla Suárez, sorprendida por Yulia Putintseva.
Derrotada por Maria Sharapova en 2014 y por Lucie Safarova en 2015, en ambos casos en cuartos de final, la tenista nacida en Caracas se encontró ayer con una rival de perfil bajo. Rogers, estadounidense, de 23 años, que la pasada temporada cayó en 17 primeras rondas, se había convertido en una de las grandes sensaciones de esta competición después de pasar por encima, entre otras, de Petra Kvitova, decimosegunda favorita y doble campeona en Wimbledon.
"Me falta dominar más rápido los partidos"
Una cita apetecible y peligrosa a la vez, pues sabido es que Garbiñe suele crecer a la medida de los desafíos y mengua cuando las dificultades se presumen menores. Las hubo, después de un vigoroso arranque de Rogers, que llegó a disponer de una pelota para hacerse con el primer parcial. Neutralizada ésta, 5-4 abajo, la hispanovenezolana igualó, tomó carrerilla y encadenó siete juegos consecutivos, impulso determinante en la victoria.
"Ella empezó muy suelta, pegando muy fuerte. Nunca nos habíamos enfrentado, apenas la conocía, algo poco habitual en el circuito, y yo estaba un poco nerviosa. Me tranquilizó ganar el primer set. Me dije: 'Vaya, a ver si tomas el mando del partido'", analizó.
Con planteamientos similares, buenos golpes de inicio y brevedad en los intercambios, el partido se decantó por la evidente mayor calidad de la número cuatro del mundo y finalista de la pasada edición de Wimbledon. Si bien después de encarar a la mismísima Serena Williams sobre la hierba del All England Club, de ganar meses más tarde el Premier Mandatory de Pekín, el segundo de sus títulos, y de plantarse en las semifinales del Masters, la evolución de Garbiñe esta temporada ha sido tal vez más lenta de lo que se podía estimar, lo cierto es que en Roland Garros ha continuado con el buen tono ya demostrado con las recientes semifinales de Roma.
"Me faltaría, tal vez, intentar dominar más rápido los partidos", comenta ayer ante la pregunta de qué necesita mejorar para el próximo partido. "Estar más atenta. No esperar a tener una pelota de set en contra y a encontrarme en una situación difícil". Acompañada a lo largo de todo el torneo por sus padres, José Antonio y Scarlet, y por su hermano mayor, Igor, comenta que su presencia le ha sido de gran ayuda, también en los muchos tiempos muertos generados por la lluvia. "Facilita no pensar en cosas que no tocan y dejar un poco de lado el tenis", explica, decidida, como sucede en todos los torneos de máxima exigencia, a meterse en su mundo y olvidarse lo más posible de lo que de ella se dice en los medios de comunicación y en las redes sociales.
Sin desmerecer a Stosur, que a sus 32 años mantiene un notable instinto competitivo, es inevitable vislumbrar que en el cuadro sólo queda una jugadora más cualificada que Garbiñe. Ahí está, perenne, cada vez más centrada en la conquista de su vigesimoprimer Grand Slam, Serena Williams. Difícil discutir a la número uno del mundo su condición de favorita en cualquier escenario. Ahora bien, seguramente la jugadora de Michigan no habrá olvidado que en la segunda ronda de 2014, con sólo dos partidos ganados en París, Muguruza le asestó en segunda ronda un doble 6-2, una de las derrotas más duras que ha sufrido en su excepcional carrera.
Javier Martinez
El Mundo.es
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