Stan Wawrinka
pudo contra los chiflidos de la afición apoyando al local, el calor de
más de 30 grados y el cansancio por tres horas y 50 minutos de partido.
El suizo, a pesar de las crisis durante el juego y de las adversidades,
superó a Jo-Wilfried Tsonga con parciales de 6-3, 6-7 (1), 7-6 (3), 6-4 y se clasificó por primera vez a la final de Roland Garros.
Será la sexta vez que una final de este certamen cuente con un tenista suizo, luego de que Roger Federer
disputara esta instancia en cinco oportunidades. Para el preclasificado
número ocho del certamen será la segunda final de Grand Slam, tras
jugar y ganar la del Abierto de Australia 2014 ante Rafael Nadal.
Francia, por su parte, tendrá que esperar al menos un año más para que un jugador galo pueda clasificarse a la final de Roland Garros. El último en lograrlo fue Henri Leconte, quien en 1988 cayó en el partido definitivo con el sueco Mats Wilander
en sets corridos. Tsonga, que no se vio cómodo en ningún momento del
partido, completó cinco derrotas en semifinales de Grand Slam y llegó a
dos en la arcilla de París.
El francés tuvo capacidad de reacción cuando perdía 6-3, 3-2 con un
quiebre abajo. Logró convencer al público y a sí mismo de que se podía,
muy a pesar de su irregularidad. Tsonga generó 17 opciones de quiebre en
todo el partido y solo pudo concretar una. El suizo apeló a su servicio
para salvarse de las crisis (convirtió 15 aces) y no se desesperó
cuando parecía que el anfitrión se crecía.
Hubo momentos clave durante el partido que cambiaron la historia. En el octavo juego del segundo parcial, Stan Wawrinka
perdió la concentración que lo había llevado a ganar el primer set y a
quebrar en el inicio del segundo. En este game, el suizo se dobló por
primera vez y cedió su servicio para que Tsonga igualara la pizarra. En
el décimo juego, el francés salió airoso de cinco opciones de quiebre en
contra y demostró que sí podía ganar únicamente con el corazón.
El tenis no estaba de su lado, por eso cometió 53 errores no forzados y
por eso se le vio desesperado dentro del campo. Se quitó y se puso la
gorra en varias oportunidades, se cambió la manilla para secarse el
sudor, se quejó de sus movimientos, se vio angustiado y hasta
desconcentrado. De hecho, llegó a sentarse en su banca cuando no había
cambio de lado y el juez tuvo que informarle.
El otro momento que desequilibró lo establecido llegó muchos minutos
después y en el tie-break del tercer set. En el 1-1 del desempate, un
bola alta se cruzó entre el sol y los ojos de Jo-Wilfried Tsonga, quien erró el remate y no pudo revertir el mini-quiebre. Y el último momento que determinó que Stan Wawrinka fuera el ganador se dio en el cuarto juego del cuarto set.
Fue uno de los más largos del encuentro y en el que más opciones de
quiebre sufrió el suizo. Pero todos los resolvió con la potencia de su
saque, con uno de los 60 tiros ganadores del partido y con una confianza
que solo los campeones muestran en tiempos de tensión. 16 veces dejó al
francés con ganas de ganarle su saque y por eso fue un digno ganador,
por eso vuelve a una final en este certamen luego de lo hiciera como
juvenil en 2003, cuando se coronó campeón tras vencer a Brian Baker.
Si se corona campeón, se convertiría en el sexto tenista en ganar Roland Garros como junior y profesional, luego de que lo hicieran Ken Rosewall, Roy Emerson, Andres Gimeno, Ivan Lendl y Mats Wilander.
Además, el suizo con revés a una mano llega a siete victorias sobre franceses en Roland Garros, luego de que también superara a Gilles Simon en esta edición. En la final, enfrentará al ganador del juego entre Novak Djokovic y Andy Murray.
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