GINEBRA, SUIZA: Contra viento y marea pudimos disfrutar de una apropiada eliminatoria de Copa Davis por BNP Paribas en Ginebra. A pesar de que todos contaban con el adiós del equipo holandés en la tarde del sábado, al menos en lo mental aunque no en lo físico, tenazmente lucharon para hacer frente a la nación defensora del título y en especial a Roger Federer.
Thiemo de Bakker, el número 1 de los holandeses, a punto estuvo de llevar hasta la derrota a Stanislas Wawrinka, actual número 4 del mundo, en la jornada del viernes, y con ello dejó claro que nadie podía dar por muerto al equipo visitante. Aunque más tarde Roger Federer volvió a encauzar la lógica gracias a la exhibición de forma que le llevó recientemente hasta la final del US Open.
Jesse Huta-Galung, el número dos holandés, había dicho el viernes que jugar contra Federer era como jugar contra un fantasma, y el dos de los rankings ATP, ciertamente había sido una figura esquiva para de Bakker en las pocas ocasiones previas en las que se habían encontrado en los últimos tres años. Una vez más, falló hoy en su intento de ganar un solo set ante Federer, haciendo que el suizo se llevase el partido y la victoria en este play-off por 62 62 64.
De Bakker se puede consolar pensando que no es el único tenista que registra cero victorias en sus head-to-head ante el gran Federer. Al menos fue rápido para él con el partido durando una hora y 44 minutos y acabando de forma inevitable con un ace del suizo.
En defensa del 144 del mundo hay que decir que hoy llegó a pista tras haber jugado 10 sets en los dos días precedentes y en algunos momentos ese cansancio pareció apreciarse en sus golpes, al menos en lo que se refiere a nivel de precisión. Y de nuevo hay que decir que tampoco hay muchos tenistas en el mundo que puedan mover a De Bakker de un lado a otro de la pista como si tuviera una correa atada a su cuello.
De la manera como había jugado los dos últimos días, de Bakker quizá guardaba la esperanza de romper hoy su mala racha ante el suizo de 34 años. Y seguramente pensó que podía estar en el camino durante los primeros siete juegos del encuentro en los que ambos mantuvieron su servicio, para luego, en un abrir y cerrar de ojos, ver como Federer atacaba con todo su letal instinto.
Dos golpes de revés exquisitos de Federer le dieron el break en el octavo juego y muy pronto consolidó ese break con su servicio. De Bakker se debía preguntar qué era lo que le había permitido cambiar de forma tan radical su juego. Y es que eso es lo que acostumbra a sucederles a los que tienen a Federer al otro lado de la red. Puede ser una experiencia desmoralizante para cualquiera, y ciertamente, para de Bakker también lo fue.
El holandés perdió su servicio en los primeros compases del segundo set y posteriormente, en el quinto juego, conectó un drop-shot que parecía un golpe ganador. Pero de alguna manera Federer llegó a él, y no hace falta decir que se acabó llevando el punto.
Era de admirar que de Bakker no saliera de la pista diciendo “No más” al estilo del boxeador Roberto Duran en aquel título mundial contra Sugar Ray Leonard en 1980.
Mientras movía su cabeza de lado a lado como no dando crédito a algunos de los golpes de su rival, como hiciera también Duran, de Bakker se mostró como un luchador y se mantuvo peleando, salvando una sucesión de pelotas de break en el séptimo juego del tercer set. Él, por su parte, fue incapaz de forzar ni una sola a su adversario.
Si hubiese sido una pelea de boxeo, seguro que el capitán holandes, Jan Siemerink, claremente un hombre compasivo, le hubiera tirado la toalla.
Ya con la serie definida los capitanes decidieron poner en el último punto a actores secundarios: Henri Laaksonen por los locales y Tim Van Rijthoven por la visita. El suizo logró el cuarto punto al imponerse por 7-6(11) 6-3 en 1 hora y 34 minutos.
Por Clive White
Daviscup.com
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