Dudas, cambio integral del equipo técnico y una lesión que dura
ya "un año y medio": el serbio Novak Djokovic atraviesa la peor crisis
de su carrera, contrapunto a dos años hegemonía en los que dominó el
circuito con puño de hierro.
El exnúmero uno, vencedor en tres ocasiones de Wimbledon
(2011, 2014 y 2015), volvió a sentir dolor durante el partido de
cuartos de final, el pasado miércoles, frente al checo Tomas
Berdych. Tanto dolor sentía que se vio obligado a abandonar cuando
apenas se había disputado el primer set y dos games del segundo.
A decir del serbio, su lesión en el codo derecho es crónica y si consiguió mantenerla más o menos controlada durante "siete, ocho o diez meses" fue gracias a los cuidados a los que la sometió. Remedios que dejaron de funcionar "hace siete meses", matiza.
"Cuanto más juego, más me duele", acierta a decir la cuarta mejor raqueta del circuito, que -de momento- se resiste a someterse a una operación y estudia la idea de tomarse un descanso, como ya hicieran antes Roger Federer y Rafael Nadal, para volver a las pistas rejuvenecidos.
"La única idea que me viene a la mente es reposo. Puede que una gran pausa sea necesaria, y no solo para mi lesión. También para mi ánimo", apunta el tenista.
Los problemas comenzaron hace un año, tras su etapa
más rutilante como profesional. Entre enero de 2015 y junio de 2016,
'Djoko' disputó 22 finales -venció 17- en 24 torneos disputados. Ese
2016 llegó a Wimbledon como flamante vencedor de los cuatro 'grandes', pues unas semanas antes había ganado el único Grand Slam que le faltaba: Roland Garros.
Nadie había logrado en tan poco tiempo gesta similar desde el australiano Rod Laver, que levantó los cuatro 'grandes'
pero a lo largo de un año natural, en 1969 (también lo hizo en 1962).
En aquel Wimbledon, hasta el récord de 18 'grandes' de Federer -entonces
tenía 17- parecía al alcance del serbio (que cuenta con 12). Pero Djokovic cayó en tercera ronda frente al estadounidense Sam Querrey. Derrota que el tenista achacó a no haber jugado al 100% de su capacidad.
El serbio, intratable hasta entonces, solo logró alzarse con un trofeo
el resto de aquella campaña, el Masters 1000 de Canadá, en el que no
participaron ni Andy Murray, ni Federer, ni Nadal. Poco después, en los Juegos de Rio, el argentino Juan Martín del Potro se deshizo de él a las primeras de cambio. Más tarde perdió la final del Abierto de Estados Unidos ante el suizo Stan Wawrinka
y ahí, ya sí, hace referencia a sus problemas en el codo. Murray, que
protagonizó un final de temporada espectacular, le arrebató el primer
puesto del ránking.
'Un año de desilusiones'
El serbio decide entonces dejar de trabajar con el excampeón alemán Boris Becker tras
tres temporadas juntos. Las cosas parecen arreglarse a comienzos de
2017, cuando se impone a Murray en la final de Doha, pero resulta un
espejismo. Poco después, en el Abierto de Australia, Djokovic cae en
segunda ronda ante el uzbeko Denis Istomin (entonces 117º del ránking).
Tras ceder igualmente en Acapulco e Indians Well, el tenista decide parar durante tres meses para
recuperarse de sus problemas en el codo. Pero los resultados no
terminan de llegar cuando regresa a las pistas y a comienzos de mayo
decide prescindir de la mayor parte de su equipo: su fisioterapeuta, su
preparador físico y su entrenador, el eslovaco Marian Vajda, a su lado desde 2006.
Contrata al estadounidense Andre Agassi como asesor de lujo poco antes de Roland Garros,
donde defendía título, pero cae en cuartos de final frente al austriaco
Dominic Thiem. Pocas semanas después, sobre la hierba de Eastbourne, un
torneo menor, 'Djoko' sale campeón y asegura ante la prensa "que la
pasión ha vuelto". Semanas más tarde llega el abandono en los cuartos de
final de Wimbledon y el momento de tomarse un respiro.
AFP/EL ESPECTADOR
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