La tenista española Garbine Muguruza logró el pase a los cuartos de final de Wimbledon al vencer a Angelique
Kerber por 4-6, 6-4 y 6-4 (en 2h 20m). La hispano-venezolana, soberbia,
firmó una victoria de mucho mérito contra la hasta hoy número uno, que
al no poder defender los puntos obtenidos el curso pasado en Londres
(1.300) perderá el trono en favor de Karolina Pliskova o Simona Halep.
En la próxima ronda, con un billete para las semifinales en juego,
Muguruza (23 años) se medirá a la rusa Svetlana Kuznetsova, que superó a
la polaca Agnieszka Radwanska por 6-2 y 6-4.
Se explica la victoria a partir de un evidente
desequilibrio: Garbiñe subió a la red en 54 ocasiones (con 35 aciertos),
mientras Kerber solo se asomó a la cinta siete veces; la primera dejó
55 golpes ganadores y compensó la cifra de errores (50), mientras que la
fiabilidad no fue argumento suficiente para la alemana: erró únicamente
12 veces, pero fabricó solo 27 winners. El tenis, esta vez,
premió la gallardía de la hispano-venezolana, a la que en esta edición
de Wimbledon se le vuelve a ver poderosa sobre la hierba, bastante más
centrada.
En la pista 2, un calor asfixiante y dos propuestas fabulosas. Muguruza a la ofensiva
y Kerber ofreciendo un recital de sentadillas, con flexiones imposibles
en las que sus cuartos traseros prácticamente llegaban a tocar el
suelo. No vive la número uno su mejor momento ni mucho menos; de hecho,
no ha elevado un solo título esta temporada y no vence a una top-20
desde octubre del año pasado (0-8 desde entonces), pero en Londres está
recuperando los trazos de su juego. Es incansable la de Bremen, un
portento físico, además de una excelente lectora de los puntos. No
regala uno solo.
Jugaron las dos de poder a poder, dominando primero Muguruza
y luego Kerber. La primera tiene un compendio de golpes prácticamente
único, la derecha que ya se conoce y un revés cruzado extraordinario; se
apoyó en esa maravillosa palanca y también en el servicio, pero cuando
empezó a flaquear con el saque avivó a la alemana. Va tejiendo Kerber
una tela de araña y sibilinamente, con una linealidad asombrosa, termina
neutralizando a su adversaria. Así se adjudicó el primer parcial,
equilibrado hasta que Garbiñe perdió un punto de templanza.
Riesgo y regreso a los orígenes
La hispano-venezolana se aceleró. Se precipitó en las
subidas y Kerber comenzó a encontrar pasillos y bolas francas. Quebró
para 5-4 y dejó un poco aturdida a su rival, quien hasta entonces no había mostrado el menor síntoma de nerviosismo. “¡Venga Garbiñe, vamos! ¡Sé positiva! ¡Venga, más, más, más”, le arengaba Conchita desde el box.
Perdido el set y con la número uno como una roca, exigiendo un mundo
desde el plano físico, solo cabía la opción de insistir y no volver la
cara. El tenis es para valientes y sin osadía no hay posibilidad de
recompensa.
Así lo entiende Muguruza, cuyo lema tuitero dice que la vida
es demasiado grande como para jugar de un modo pequeño. Regresó al
origen, a su esencia, y se aplicó porque entendía que a remolque solo
existía una escapatoria, y a pesar de aumentar riesgos abordó
definitivamente la red. La apuesta le funcionó en la segunda manga, muy
debatida otra vez, decantada a su favor por su vehemencia y un mal paso
de Kerber al décimo juego.
Punto de giro: el séptimo juego del tercer set
Con la igualdad y casi dos horas de batalla en las piernas,
nada cambió. La dinámica del partido fue exactamente la misma. Muguruza
de embestida en embestida y Kerber a refugio, labrando desde la línea de
fondo. Cuerpo a cuerpo por dos vías diferentes. Hubo toma y daca e
intercambio de roturas en el set definitivo: primero la alemana y en el
cuarto juego Garbiñe (2-2); en el quinto replicó la germana y en el
sexto recibió respuesta (3-3). Igualdad máxima y el depósito de fuerza
de ambas bajando, así que empezó a hacerse frecuente el error y el pulso
perdió el componente de estrategia que impulsa a Kerber.
Derivó todo en un juego más abierto que invitó a Muguruza a
tomar la cinta de nuevo. Se fue haciendo fuerte Garbiñe y anímicamente
entró en ebullición, mientras que la resistencia de Kerber empezó a
ofrecer signos de flaqueza. En el desenlace hubo un punto de giro
fundamental, cuando en el séptimo juego la número 15 salvó cuatro bolas
de break y acabó adjudicándoselo después de más de 10 minutos de intercambio. Ahí se decidió todo. Muguruza, entonces sí, se liberó
y selló la quinta victoria consecutiva ante la alemana. Ya está en los
cuartos, en ese escenario de protagonismo que siempre quiere. Le sientan
bien los focos, así que esta historia promete.
Alejandro Ciriza
El Pais
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