Jelena Ostapenko no pudo ofrecerse mejor regalo de cumpleaños. La tenista letona, que este jueves festejaba su vigésimo aniversario, accedía a la final de Roland Garros al superar a la suiza Timea Bacsinszky por 7-6 (4), 3-6 y 6-3 en dos horas y 25 minutos.
Ostapenko, entrenada desde hace un mes por la jugadora valenciana Anabel Medina, obtuvo la recompensa a su juego de ataque, con una derecha demoledora, que puede acelerar de forma excepcional para que sea más rápida, incluso, que la de muchos jugadores del circuito masculino.
La única incógnita residía en cómo iba a gestionar sus emociones: una semifinal, la importancia para el tenis de su país, que jamás había contado con un finalista en un Grand Slam, la pista Philippe Chatrier, el cansancio acumulado... pero respondió con creces a todo.
Había dado algunos avisos durante la gira de tierra de que llegaba en un buen momento de forma: finalista en Charleston (con victorias sobre Caroline Wozniacki y Mirjana Lucic) y las semifinales en Praga antes de viajar a París.
Valiente desde el primer punto, fue Jelena la que marcó el ritmo del duelo y, también, con su tenis agresivo (50 winners por 45 errores mientras las cifras de Bacsinszky fueron 22-19), la que con sus aciertos mandaba y con sus fallos se desesperaba.
"Muchas gracias Anabel. Llevamos un mes juntas y te agradezco todo el trabajo que estamos haciendo y que me permite seguir progresando", destacó Ostapenko, que ahora espera a la vencedora de la semifinal que enfrenta a la checa Karolina Pliskova, segunda cabeza de serie, y la rumana Simona Halep, tercera.
Bacsinszky, como en 2015, se despidió en semifinales.
Neus Yerro
Spoort.es
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