PARIS.- Como si fuera un embrujo, otra lesión le allanó el camino a un tenista argentino en Roland Garros 2017, en este caso a Horacio Zeballos , que se fue de la cancha pidiéndole perdón a la gente, a la usanza de los futbolistas que le convierten un tanto a su ex equipo. El episodio de Nicolás Almagro, que se retiró llorando desconsoladamente de su partido con Juan Martín del Potro y cuya recuperación le demandaría menos tiempo del imaginado en un primer momento (de 3 a 4 semanas por una dolencia reiterada en la rodilla izquierda), precedió a una nueva partida involuntaria: la del belga David Goffin (10°), que salió de la cancha Suzanne Lenglen ayudado y casi sin poder pisar como consecuencia de una severa molestia en el tobillo derecho y tras caerse en el fondo de la cancha. Minutos después, se confirmó el abandono y el consecuente pase a los octavos de final de Zeballos, que constituye la mejor actuación de su carrera en un Grand Slam y a los 32 años. El argentino como Delpo tuvo un gran gesto: le llevó el bolso a su rival a la enfermería.
El hecho ocurrió en el décimo game, con Goffin sacando para set (5-4) y Zeballos con break-point. El marplatense logró imponer el ritmo del punto y con tiros de mucho ángulo desplazó al belga por el fondo de la cancha. Todo terminó mal cuando fue a buscar y pegó un revés defensivo, resbaló sobre el polvo de ladrillo, se enganchó con las lonas que se ponen en casos de lluvia y se golpeó muy fuerte. Todo mientras el tiro de Zeballos se iba afuera. Parecía sólo el efecto de la caída, golpazo sí, pero no mucho más. La alarma se encendió cuando Goffin no se movía demasiado y se tomaba el tobillo, mostrando signos de profundo dolor. Entró el fisioterapeuta, realizó una evaluación rápida y sugirió llevarlo a la sala médica. No tardó mucho en conocerse el parte: no estaba en condiciones de continuar.
Viendo las imágenes, cabe preguntarse si la lona estaba bien o mal puesta en ese sector. Con el hecho consumado, podría hablarse de imprevisión. Pero en rigor, la cancha Suzanne Lenglen, la segunda en importancia del certamen, tiene amplitud, buenos sectores de escape para desplazarse y la lona estaba a la altura del cajón donde se ubican las sillas de los jueces de línea. Nada desmedido ni inusual. Además, es una jornada en la que están anunciados chubascos, con lo cual tampoco es extraño que las lonas estén listas para ser desplegadas en las canchas.
Con su acceso a los octavos de final, Zeballos, en un momento muy positivo de su carrera, ya se aseguró un premio de 200.000 euros, mientras también está en esa etapa en la prueba de dobles junto con el chileno Julio Peralta.
La Nación
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