Una victoria brillante en el duelo más esperado de todos. Roger Federer se proclamó campeón del Abierto de Australia 2017 al batir por 6-4, 3-6, 6-1, 3-6, 6-3 en tres horas y 40 minutos al español Rafael Nadal en la pista Rod Laver Arena de Melbourne Park. El suizo, que volvió a ganar un grande cuatro años y medio después, se rehizo en Melbourne para mandar un mensaje claro: selló con 35 años su quinto título sobre las pistas de Australia, levantó su decimoctava copa del Grand Slam y, desafiando al paso del tiempo , se convirtió en el campeón de un major más veterano de los últimos 45 años.
Construyendo el 35º capítulo de su rivalidad, la más extendida de todos los tiempos en una final de Grand Slam con hasta nueve enfrentamientos, el partido ofreció una lucha a la altura de su historial.
La ocasión era enorme para ambos y la igualdad fue patente desde los puntos de inicio. Tras seis primeros juegos dominados al servicio, Federer asestó el primer golpe al resto para situar el 4-3 en el marcador. En un arranque de partido vertiginoso, donde los puntos se jugaron a toda velocidad, el suizo se encontró como pez en el agua hasta cerrar el primer set en apenas 34 minutos de juego, una delicia para su directa puesta en escena. Con un 93% ganado con primer servicio y 13 tiros ganadores, el de Basilea tomó el control al entrar en calor.
Con el partido en contra surgió la garra del español, capaz de ganar sets en las 21 finales de Grand Slam disputadas en su carrera. Logrando extender los intercambios y situando su clásica pelota alta sobre el revés de Roger, Rafael logró contener el impulso inicial de su rival y quebrarle en sus dos primeros turnos al resto, montándose en una ventaja (4-0) que fue definitiva para igualar el partido. El español, que lejos de caminar tranquilo en ventaja afrontó situaciones delicadas ante un rival irredento (dos pelotas de rotura con 2-0, y un quiebre con el 4-0 a su favor), niveló el choque a base de perseverancia. Su crecimiento al resto (pasó del 17% al 48% de puntos ganados en la devolución) fue clave para lograrlo.
La batalla igualada hizo aflorar las virtudes de los aspirantes. Bajo presión apareció la versión más fría de Federer, capaz de salvar con tres aces tres pelotas de rotura en el primer juego. El desahogo impulsó al de Basilea, que pasó a romper el servicio del español y a subir de nuevo la velocidad del encuentro (3-0). Ante la nueva irrupción apareció el carácter de Rafa, capaz de levantar tres pelotas de rotura en el cuarto juego para evitar ser borrado de la manga. En una dinámica de juego acelerado Federer marcó el terreno, generando pelotas de quiebre en todos los juegos al resto, quebrando dos veces a Nadal y asegurando con holgura (6-1) el tercer parcial. Un servicio recuperado (82% ganado con primero) y su frialdad en fases clave (anuló los cinco puntos de rotura) le devolvieron la ventaja.
La presión volvió a ser total en una manga sin margen para cesiones. Tras tres juegos de dominio al servicio los latigazos de derecha de Nadal comenzaron a marcar diferencias, permitiendo al español recuperar la voz en el partido y llevar a su terreno el marcador (4-1). Abriendo la pista a lo ancho con su forehand liftado y un muchos ángulos de revés cruzado el español volvió a aferrarse al encuentro, ganando sus últimos 10 puntos al servicio en el cuarto set. Una eficacia que probó decisiva para, como ya ocurriera en la edición de 2009, decidir la batalla por el título en la manga definitiva.
Allí, y con la copa apenas a un set de distancia, se desató la tormenta final. Y calado de sudor por el esfuerzo fue el español quien lanzó con decisión la derecha para intentar rematar el partido. Nadal rompió en el primer juego a Federer, que mantuvo una amenaza constante en los tres primeros turnos al resto (tres pelotas de break con 1-0, una con 2-1 y otras dos más con 3-2) hasta terminar equilibrando el choque. Entonces el suizo encontró el aire, enlazó siete puntos consecutivos hasta ponerse con 4-3 0-40 y situó en una situación límite a Nadal, que entregó su saque al quinto punto de rotura. Con su segunda pelota de partido, Roger coronó su 18º título del Grand Slam.
Un triunfo que sirvió para alimentar las fuerzas del suizo en una rivalidad histórica del ATP World Tour: Roger recordó lo que es batir al español en una final de Grand Slam (algo inédito desde Wimbledon 2007), remarcó su dominio en duelos por la copa fuera de la tierra batida (donde gobierna por 6-3 el historial de choques ante el español) y maquilló el balance de enfrentamientos ante el jugador de Manacor (ganando sus últimos dos duelos hasta poner el 12-23 en el FedEx ATP Head2Head entre ambos).
En una demostración de versatilidad, además, el helvético logró convertirse en el primer jugador de todos los tiempos capaz de levantar al menos cinco títulos en tres Grand Slams diferentes. Alimentando un currículo de oro, Roger ya figura con vitola de pentacampeón en el Abierto de Australia, US Open y Wimbledon, donde su colección se dispara hasta las siete coronas.
En definitiva, una página dorada para el deporte. Un día, también, para el recuerdo del jugador suizo, convertido desde este 29 de enero con sus 18 coronas en un líder todavía más claro como jugador más títulos de Grand Slam de todos los tiempos. Así, y tras dejar a cuatro majors de distancia a sus más inmediatos perseguidores (Rafael Nadal y Pete Sampras, ambos con 14) el suizo gira la cabeza y encuentra más tierra de por medio con la vitrina más poblada de todas. La historia continúa…
ATP
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