El 2016 ha sido el año de la explosión de Lucas Pouille. El francés estuvo a punto de salir de los 100 mejores en el mes de enero, pero se recuperó, cuajó su mejor temporada y todavía tiene opciones de ir a la Copa de Maestros de Londres. Pouille se soltó, sacó su mejor versión y esto le permitió llegar por primera vez a los cuartos de final de Wimbledon y el US Open, cosechar sus primeras victorias ante jugadores Top-5 o Top-10 y hasta sentirse que puede ser uno de los revulsivos del circuito en los próximos años.
“Mis objetivos a principios de año eran meterme en alguna segunda semana de Grand Slam y meterme entre los 30 mejores”, confiesa Pouille en una entrevista con Le Monde. Al actual 17º del mundo no le sorprende del todo su temporada aunque confiesa que, por ejemplo, el triunfo ante Rafa Nadal en el US Open es “uno de los pasos más importantes de mi carrera”.
El galo considera que una de las claves de su progresión y su constancia en el circuito fue dejar de buscar el reconocimiento en los demás. “Tenía problemas dentro de la pista porque me ponía demasiada presión. Jugaba para no decepcionar a los demás (…) Le daba demasiada importancia a la mirada y al qué dirán los demás. No podía manejar la presión de que alguien dijera que si había perdido con uno, con el otro, que si no estaba jugando bien…”.
Pouille admite que no trabajó el aspecto mental con ningún especialista, sino que tuvo diversas charlas con su entrenador, Emmanuel Planque, y con Yannick Noa, capitán de Copa Davis galo.
Estar bien rodeado es una de las maneras más directas para progresar en el circuito. “No se deja nada al azar. Si queremos dar la oportunidad de alcanzar el nivel más alto, ganar los torneos más grandes y ser parte de todo, todo lo mejor, uno debe tener una estructura detrás y una buena compañía. Este año trabajé físicamente de una manera diferente, contraté a Pascal Valentini, un entrenador privado que venía del Rugby. Sé que esta temporada me muevo mejor, hago todo mejor físicamente y aguanto partidos largos”.
Su idea es seguir con el mismo equipo técnico en la temporada 2017, pero incluso va un paso más allá: ya está en condiciones de contratar a una persona más y un fisioterapeuta es el que será el próximo en unirse al ‘Pouille Team’. Lucas sabe que invertir para formar un equipo es parte de la clave del éxito. Pero para el tenis no hay secretos: “Si no doy el 100% no voy a tener éxito”.
El joven de 22 años se mudó a Dubái unos meses atrás. Gran parte de la decisión vino provocada por Roger Federer, quien lo invitó en febrero de 2015 a entrenar con él una semana. Pouille recibió críticas por el movimiento, ya que muchos lo tildaron de que fue un cambio llevado a cabo con la intención de obtener beneficios fiscales. “La primera razón es el deporte. Si solo fuera por razones fiscales, habría encontrado un lugar más cerca de mi familia. Dubái está muy lejos”.
El francés fue uno de los hombres del año debido al batacazo que pegó en el US Open, cuando venció contra todo pronóstico a Rafael Nadal en los cuartos de final. Pese a la repercusión del partido, Pouille no considera que este haya sido el punto de inflexión. “El 'click' lo hice antes, en el Masters 1.000 de Miami cuando derroté a David Ferrer. En ese momento me dije que yo era capaz de vencer a los mejores jugadores, de aguantarlos físicamente y eso me mostró que podía llegar muy lejos. Contra Nadal no hubo ‘clicks’, pero esa victoria me dio mucha confianza”.
Pouille es pura ambición. “Ganar un Grand Slam es mi objetivo para la próxima temporada. Va a ser el objetivo cada vez que juegue este tipo de torneos. Trato de no ponerme límites”.
Nacho Mühlenberg
Punto de Break
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