"Solo espero que esto sea el principio de cosas muy buenas", dijo el tenista suizo con la serenidad acostumbrada.
Más que el principio, parecía la continuación de una excelente racha que este domingo alcanzó un punto culminante: venció en tres sets corridos al español David Ferrer en el torneo de Cincinnati y de esa forma conquistó su título número 25 en torneos de ATP.
Muchos, de hecho, leyeron la victoria de Cincinnati como un auténtico renacimiento. Fue la final número 13 que alcanzó de forma consecutiva y su título número 80 de una ya prolongada carrera.
Lo más impresionante es que a sus 33 años el suizo, que es considerado el mejor tenista de la historia, continúa arrebatando ovaciones del público a una edad en la que los grandes tenistas ya están retirados: Pete Sampras y Björn Borg a los 28 ya estaban fuera, Stefan Edberg a los 30 dijo adiós y tal vez los únicos que lo superan en perseverancia son André Agassi que se retiró a los 36 y Jimmy Connors que dejó las canchas a la edad increíble de 41 años.
Por encima de su persistencia, los rumores sobre su debacle habían sido constantes casi desde que perdió por segunda vez el primer puesto del ranking de la ATP frente a Rafael Nadal en 2010.
Comentarios que se acrecentaron el año pasado cuando apenas logró llegar al ATP Final Master de Londres, descendió a la séptima posición del ranking por primera vez en diez años y parecía que su adiós estaba más cerca que una tardía resurrección.
"Hay varios factores en ese renacimiento que utilizó para descartar lo malo y sumar condimentos a favor, como cambiar la raqueta y volverse más agresivo en la cancha y de esa manera estar otra vez en el tercer lugar del ranking", le dijo a BBC Mundo el periodista argentino especializado en tenis Eduardo Carlos Puppo.
¿Por qué la debacle?
En octubre de 2013, el rostro de Roger Federer era muy distinto al exultante que exhibió este domingo en Cincinnati. En aquel momento estaba luchando para evitar quedar eliminado del abierto de Shangái y de ese modo perderse por primera vez en 17 años el torneo final de la ATP que se celebraría en Londres un mes después.
Lo cierto es que los meses anteriores habían sido para el olvido, en una carrera llena de momentos brillantes: llegaba al final de la temporada ubicado en la séptima posición en el ranking de la ATP , ganando solo un torneo y disputando dos finales.
"Su tenis había perdido "punch", no causaba tanto daño como antes y la velocidad en su ejecución también actuó en su contra", señaló Puppo.
Y añadió: "Por momentos, en 2013 estuvo demasiado lento para el vértigo del tenis actual y, al probar distintas raquetas, se fue de foco el objetivo".
Entonces el suizo tomó una decisión drástica: terminar su relación con el entrenador Paul Annacone, quien estaba al frente de su preparación desde 2010.
Y fue más allá. Para la nueva temporada contrató los servicios de una persona que era casi un ídolo para él, el sueco Stefan Edberg como su nuevo entrenador.
Edberg, el hombre que ganó seis Grand Slams y fue una de las estrellas del tenis de los 90, ha sido fundamental para recobrar algo que uno de los jugadores más grandes de la historia había perdido: la confianza en que podía volver a ganar.
"Creo que puedo hacer una diferencia en el juego de Roger. Si lo hago, entonces tal vez podríamos tener de vuelta al gran campeón", le dijo Edberg a la BBC durante el abierto de Australia.
¿Alcanzará para la gloria?
Este 2014 ha sido otra cosa para el suizo. Además de convertirse en padre de nuevo (en mayo nacieron los mellizos Leo y Lenny), en lo que va del año, Federer lleva un total del 49 victorias y pasó del séptimo puesto en la clasificación al tercero.
Un momento clave de este renacimiento fue el pasado torneo de Wimbledon, que es casi como su casa. Federer lo ha ganado siete veces y estuvo a punto de quedarse con el octavo título –algo inédito- aunque fue vencido por el serbio Djokovic.
"Lo que ocurrió es que se enfocó en ser más agresivo y tratar de terminar los tantos de manera ofensiva, rápido", explicó Puppo.
"Y al ver que rendían sus golpes, la raqueta respondía y sus rivales se hundieron en altibajos muy pronunciados, su tenis franco -que no le damanda un desgaste pronunciado, de allí sus pocas lesiones- se vio otra vez fresco y efectivo", añadió.
Parece que el consejo de Edberg fue más que efectivo. Sin embargo, a pesar de las 13 finales y de los 80 triunfos históricos, parece muy difícil que sumar otro torneo grande a los 17 que acumula en su carrera.
"Hasta ahora muy pocos han logrado un título de Grand Slam a los 33 años que tiene Federer. Y lo que vienen haciendo tenistas como Grigor Dimitrov y Nick Kyrgios, hace más difícil poder conseguirlo", dijo el editor de deportes de la BBC, Tom Fordyce.
Muy pocos son dos personas: el español Andrés Gimeno que ganó el Roland Garros de 1972 cuando tenía 34 años y el australiano Ken Rosewall, quien ganó el abierto de su país en 1972 con 37 años.
Sin embargo este lunes se conoció una noticia que lo podía acercar a la hazaña: el número dos del mundo, Rafael Nadal, anunció que no tomará parte del US Open, el último torneo grande de este año y el cual ganó el año anterior.
Además, Djokovic tampoco anda muy bien sobre la superficie sintética. En Toronto y Cincinnati, los dos torneos previos que disputó solo logró un par de victorias.
"Dependerá qué le toca en el draw: según qué clase de rival deba enfrentar, estará más cerca o más lejos de un potencial triunfo. Debe lidiar con 15 días, siete partidos a cinco sets y el calor. No es poco para su actualidad ni tampoco imposible", concluyó el periodista argentino.
Habrá que esperar hasta el 25 de agosto cuando comience el US Open para saber si de verdad vendrán mejores cosas para el maestro suizo.
BBC Mundo
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