De entrada, Nadal se llevó un buen susto porque estuvo muchos minutos sin rumbo, aturdido después de no aprovechar las primeras bolas de rotura a su favor en el juego inicial. Luego, perdió su saque en dos ocasiones y el 4-0 le obligó a activarse de inmediato recuperando sus servicios, reacción de campeón. Hasta entonces, Bellucci tenía controlada la situación, muy peligroso el brasileño con sus golpes, un zurdo más potente de lo que indica su ranking (80 de la ATP).
Pero Nadal arrasó en su despertar y modificó por completo el paisaje. El rostro de Bellucci, tan alegre en los primeros compases, se torció a medida que fallaba golpes sencillos en la red, incapaz de ofrecer resistencia en el juego decisivo que cerró el set y de paso el partido. Todo lo que vino después fue un monólogo de Nadal.
El balear se liberó al firmar un tie break perfecto, resuelto por 7-0, y mantuvo la línea ascendente en el segundo parcial. Mejoró muchísimo con su servicio y encontró un agujero en el juego de Bellucci, al que le pesó demasiado la oportunidad perdida, enfadado con su raqueta en repetidas ocasiones. Nadal, finalista en sus últimas cinco participaciones en Wimbledon y dos veces campeón (2008 y 2010), empezó a jugar como le gusta y le fue cogiendo el punto a la hierba por lo que pueda venir luego.
Entendió mejor los apoyos, se movió con más gracia y alternó su juego, nada que ver el césped a su querida tierra. Pese a todo, tampoco exhibió su mejor nivel y jugó de forma irregular en los primeros juegos de la tercera manga, algo extraña por el carrusel de roturas. Pero una vez Nadal se puso con 4-2 y saque respiró aliviado y mantuvo la renta hasta la victoria, cerrando su triunfo con un saque directo.
En la segunda ronda, Rafa Nadal se enfrentará al vencedor del duelo entre Lukas Rosol e Ivan Dodig.
ABC.es
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