En noviembre de 2007, en el torneo de Knoxville,
anclado en el puesto 1.067 del ranking, la ATP le pierde la
pista. Imberbe, Baker comienza su peregrinaje por las consultas
traumatológicas de EE UU. Hasta en cinco ocasiones los
traumatólogos cerraron y abrieron las cremalleras de su codo, rodilla y discos
vertebrales.
Durante casi cinco años, el tenis dio por perdido
a uno de los jugadores más prometedores de la escuela norteamericana, todos
menos el propio Baker. “El tenis me había sido quitado y yo internamente sabría
que tendría otra oportunidad”, aseguraba Brian la pasada semana en una
entrevista con la ESPN. Antes de eso lanzó su último órdago, en
2011, cogió sus últimos ahorros de los contratos firmados en
2003 y reemprendió su aventura.
Sin ranking ATP, a finales de 2011 volvió para un torneo menor
y lo ganó. Después volvió a Knoxville, donde su carrera pareció apagarse e hizo
final. Tras cinco o seis torneos más, vio que la Asociación Estadounidense de
Tenis (USTA) decidió ofrecer una invitación para París al
mejor del circuito combinado entre dos Challengers. En el primero hizo
octavos, y el segundo quedó campeón. Obtuvo apenas 10.000 dólares, pero
volvería a Roland Garros, donde todo empezó.
En Niza, la antesala de París hizo su
gran explosión. Desde la previa fue destrozando rivales y levantando
admiradores. A escasos kilómetros del Festival de Cannes, Baker protagonizó una
gesta como nunca se había visto en el tenis. Acabó perdiendo la final
con Nico Almagro, sin embargo se ganó la admiración de todo el circuito
y seguro que un hueco en el cerebro de varios guionistas.
Ahora con barba y 27 años, Brian
Baker ha eliminado a Malisse en la primera ronda de Roland Garros, en la jornada de hoy llevó a los cinco sets a Gille Simon y aunque fue derrota se gan´´o el respeto del público. los
guionistas deberán esperar, su historia solo está
empezando.
Escrito por Juan Lopez
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